Dijo: Podría tener cualquier cosa... A cualquiera. Incluso a ti. Podría montarte a galope hasta que tus piernas se doblasen y tus ojos se pongan en blanco. Tengo músculos con los que jamás has soñado. Podría exprimirte hasta que estalles como el champán caliente y aún me pedirías que te lastime un poquito más. ¿Y sabes por qué no lo hago? Porque te gustaría que lo hiciera.