El hijo de la bestia te llama
En la noche, en las tardes de sol
Amaste los vivos, odiaste a los muertos
¿Dónde están los luceros que amabas?
¿Dónde está tu corazón?
Por qué cada palabra escupida por otros es un tobogán en espiral hacia los confines de un cumulo de galaxias negras perdidas entre los nexos de los universos desconocidos que algún día tendrán nombre y número de serie al igual que las máquinas de tu alma y las piedras dentro de tu mente carcomida por insectos hermosos.